Volver por Navidad
Por EVA BARTOLOME
Cuando llegan estas fechas parecen imprescindibles los clásicos anuncios publicitarios en los medios de comunicación. Yo no los necesito para atacar ciertos productos porque soy una golosa irrecuperable. Pero no hay Navidad que se precie que no venga precedida de eso de "Vuelven por Navidad".
Este año tiene si acaso mayor sentido porque ahora no son sólo los turrones. Una pléyade de jóvenes rehacen sus maletucas para volver a casa. Y digo volver porque ellos no están en sus casas. Ellos, y cada día son más, con su título debajo del brazo, la necesidad de empezar el futuro y el arrojo imprescindible para lanzarse a un entorno desconocido, han decidido dejar España.
Sin duda viajar, conocer otros países, otras culturas, adquirir experiencia, aprender idiomas son absolutamente imprescindibles para una realidad como la nuestra con menos fronteras y más globalización. Las generaciones de jóvenes de hoy han crecido con esa mentalidad de pertenecer al mundo. Y eso es, no sólo algo bueno en sí mismo, sino que les ha ayudado a que dejar atrás su país, su familia y sus amigos no sea tan traumático.
Sin embargo esto no debe apartarnos del hecho de que la realidad no es sólo ésa. Todos los jóvenes, o al menos muchos de ellos, se van porque no hay alternativa. No tienen opción en un país que ha estado invirtiendo años y dinero en su formación. Una formación que ahora valoran y disfrutan otros países.
Ya no son aquellos españoles que se iban en los 50's y 60's con sus manos dispuestas a hacerse un futuro. No. Ahora exportamos a los hijos en que las familias españolas hemos volcado nuestros esfuerzos y nuestras esperanzas. A los hijos que hemos preparado para que construyan el mañana desarrollando su cualificación. Y seguramente lo lograrán. Conseguirán ser grandes profesionales y se labrarán un futuro de éxito. Pero lejos.
Los tiempos han cambiado mucho, pero no deja de ser emigración. Inevitablemente tiene mucho de fracaso del proyecto colectivo como país. Esas generaciones debieran ser nuestros profesionales, directivos, líderes del futuro cercano. Deberían tomar el testigo del país y, sin embargo, muchos no estarán aquí. Inevitablemente tiene mucho de desarraigo familiar y social. No formarán parte de nuestro día a día, del paisaje de nuestras tierras y el calor de nuestras casas.
"Volveremos por Navidad", ¡es lo que hay!. Y entretanto, siempre nos quedará Skype.