Diario Digital controlado por OJD

Vox le da la puntilla a Feijóo

Por CARLA PEÑA MOLLEDA

Enviar a un amigo

Mañueco se las daba feliz cuando decidió adelantar las elecciones de Castilla y León para fulminar al doctor Igea de vicepresidente, pero la jugada le salió rana. No sólo no consiguió la mayoría absoluta, si no que se vio obligado a meter a Vox en su gobierno. Cambió a un Ciudadanos en horas bajas, por un Vox con ganas de comerse el mundo. Eso sí, la cortesana prensa madrileña, pensando en el que resto de España sufrimos algún tipo de retraso mental, nos lo vendió como un éxito total y absoluto del PP.

Lo que pasa cuando vives en los mundos de Yupi, es que la realidad se empecina en darte en una hostia en todo los morros. Y claro, llegó el momento en el que Vox decidió que ya era hora de cumplir lo pactado. Y, a través de su vicepresidente sin cartera, anunció su húngaro plan para acabar con el aborto en Castilla y León.

Desde la prensa ultraizquierdista antoniomaestrista a la ultraderecha losantista se echaron las manos a la cabeza. “¿Pero cómo se les ocurre aplicar esas políticas que habían pactado hace unos meses? ¿Pero qué es eso de cumplir los pactos de gobierno?” Por el amor de Dios, nadie entiende a qué juega el PP. Si no estaban de acuerdo con ir poco a poco hacia la prohibición del aborto, ¡¿para qué narices lo pactan con Vox?!

Mañueco ha tenido que llamar a Madrid para que pongan a toda la prensa a trabajar en desacreditar a Juan GG Frings (por cierto, ¿hay alguien en Vox con apellido español?). Que si “es una persona que no ha trabajado en su vida”, que si “cómo nos va a hablar un varón virgen de 32 años sobre tener hijos”, que si “yo tengo tres hijos y tú ninguno, por lo que qué me vas a contar a mí lo que es tener hijos”… Sin pararse a pensar, que el pobre chico este que usa casco para ir en el coche oficial no estaba haciendo más que reclamar que el PP cumpliese con lo firmado.

Y a todo esto, se suma Feijóo, que durante un rato dejó a un lado sus lecciones de Magic English, para decir a Vox que si no estaban a gusto en el Gobierno de Castilla y León, que se fueran de allí. Como si Vox fuera algo externo a ese gobierno, como si no fueran tan parte de él como los populares.

En un abrir y cerrar los ojos, el amigo de los traficantes ha pasado de verse en Moncloa a que desde la derecha le vean como un pelele y desde el centro como, qué diantres, como un pelele también. Viendo cómo el gallego está provocando guerras a su izquierda y a su derecha, en Génova empiezan a afilar los cuchillos. Los rumores de que Feijóo no se va a comer las torrijas como presidente del PP son cada vez más grandes. Y eso es un problema, pues en Galicia las torrijas se comen en Semana Santa.

Ayuso y Moreno calientan en la banda, mientras en Cs piensan que cambiando su logo y poniendo de presidenta a una chica con apellido de aplicación de mensajería instantánea van a tardar menos en desaparecer. Y unos y otros, no se dan cuenta de que, hagan lo que hagan, en ningún supuesto van a sumar 175 diputados en noviembre.

Otros artículos: