LA HUELLA QUE DEJÓ ÁNGEL HERRERA ORIA
Por JOSÉ RAMÓN SAIZ
Hace más de un cuarto de siglo años se pedía oficialmente que don Angel Herrera Oria (1886-1968) fuera nombrado a titulo póstumo -de acuerdo con el Reglamento de Honores y Distinciones de la Comunidad Autónoma-, Hijo Predilecto de Cantabria. Evidemente, el Ejecutivo regional no concedió tal distinción ante la sorpresa general.
¿Como es posible que uno de los pocos cardenales de la Iglesia Católica ha tenido nuestra comunidad no se le conceda este reconocimiento, más si tenemos en cuenta el valor social durante décadas de quien fue en sus inicios párroco de Santa Lucía, en Santander?.
Para profundizar y difundir sus valores, evocaremos, primero, al Angel Herrera Oria periodista, profesión a la que accedió desde una sólida formación como abogado del Estado y doctor en Derecho.
Nacido en Santander, nada de lo que le rodeó le fue indiferente. Su primer gran éxito profesional fue El Debate, un periódico de esencias católicas que encauzó a una gran masa de ciudadanos de la derecha tradicional hacia posturas tolerantes y democráticas. El joven Herrera Oria fundador y director de este gran diario (Madrid, 1912), apenas conocía la prensa más que por su contacto diario a la hora del desayuno; sin embargo, tras asumir la tarea de llevar a buen puerto este proyecto en una España ya convulsa, logró su propósito generando en torno a El Debate una red territorial de prensa católica.
Sus rivales confesaron que fue el mejor diario elaborado de la época ya que fue el primero en asomarse al deporte y a la economía. Y aunque sufrió la descalificación de sus opositores al citarle como periódico católico y vaticanista, lo cierto es que Herrera Oria logró que los contenidos de El Debate fueran siempre por delante de las sensibilidades de la Iglesia y solo por esta vía inteligente puede comprenderse que aquel periódico alcanzase tiradas de doscientos mil ejemplares en los comienzos de la II República.
A partir de los años veinte destacados profesionales del periodismo español se forjaron en la Escuela de El Debate y, Herrera Oria convencido de la importancia de la preparación académica de los periodistas, creó en 1926 la primera Escuela de Periodismo de España. Ya entonces don Angel Herrera era un personaje importante en la vida nacional y en la Iglesia Católica. Llegada la II República acató el nuevo sistema político e intentó que Gil Robles, al frente de la CEDA, que había sido subdirector de El Debate, moderara sus impulsos políticos dirigidos a colaborar con el Presidente de la República, Alcalá Zamora, consejos que no siguió. El gran Cambó, líder de la Lliga regionalista, fue un admirador del talante y la inteligencia del cántabro, que en lo político mantuvo una clara vocación regionalista. Cambó, en sus Meditaciones, escribió que Herrera “fue comprensivo ante todos los problemas y especialmente los regionales y sociales”, añadiendo el político catalán:
“¡Curioso destino el de este hombre!. Dotado de enormes cualidades para la acción (talento, dinamismo, dotes de seducción, tenacidad y abnegación), las consagró todas a crear en España unas derechas tolerantes, cultivadas, sinceramente católicas y caritativamente humanas y generosas. Trabajaba por la convivencia en el respeto mutuo de todos los españoles..”. (Cuando estalló la guerra civil, Herrera Oria ya había emprendido la carrera del sacerdocio).
Hacemos aquí un punto y aparte para adentrarnos en la vida religiosa de Herrera Oria. Se hizo sacerdote a los cincuenta y cinco años y su primera parroquia fue la de Santa Lucía, de Santander, en la que había sido bautizado y en la que ejerció de coadjutor. Sus homilías tuvieron una amplia repercusión, lo mismo que ocurrió en su etapa de Obispo de Málaga. En este tiempo cántabro de su biografía, se rodeó de jóvenes santanderinos con inquietudes sociales y algunos nombres por su notoriedad posterior es necesario reseñar: Eduardo Obregón, Manuel Díaz de Velasco, Julián Gómez del Castillo, Alfonso Osorio, Eduardo Carriles...; al mismo tiempo fundó en la barriada –la que inspiró Sotileza a Pereda- próxima a los muelles de Maliaño, una escuela obrera de aprendices –algunos de aquellos alumnos son los que desde hace años vienen solicitado el titulo de Hijo Predilecto para Herrera Oria-; ejercía como capellán de cárceles y peticionario de indultos a Franco que casi siempre logró, a pesar de que en su momento se había opuesto al alzamiento del 18 de julio, aunque finalmente colaboró con el régimen como anteriormente había hecho con la República, actitud que ha confirmado Joaquín Ruiz Giménez al señalar que Herrera no era favorable al régimen por haber surgido de una guerra, indicando que su trayectoria fue siempre la de acatamiento al constitucionalismo.
Después de este reencuentro con su Santander natal y de su trabajo activo a favor de sus gentes, la carrera eclesiástica de Herrera Oria se precipitó al ser nombrado Obispo de Málaga en mayo de 1947. La prensa extranjera fue unánime al presentarlo como el “obispo socialista” y “líder del ala izquierdista de la iglesia” , quizás porque en su despedida en la iglesia de Santa Lucía y ante varios ministros de Franco denunció la falta de correspondencia entre el ideal de la Iglesia y el régimen político y social de España, una dura reflexión en tiempos del nacional.-catolicismo o, su enfrentamiento con el ministro intregrista Arias Salgado al discrepar Herrera de su política en relación a la prensa. En Málaga se le quiso y fueron frecuentes sus mensajes pastorales de profundo contenido social que despertaron gran interés ciudadano, hasta el punto de que eran retransmitidas en directo por la radio. Y en 1965 saltó la sorpresa cuando el Papa Montini le hizo cardenal, momento en el que Herrera Oria contaba ¡setenta y nueve años!. Estaba claro que el Papa liberal y denostado por los franquistas más ortodoxos quería recompensarle por toda su biografía al servicio de la Iglesia.
Es imposible citar en tan poco espacio muchas de sus obras –el Instituto Social León XIII, la Escuela de Ciudadanía Cristiana, la Fundación Pablo VI, el CEU, etcétera- o evocar el significativo protagonismo de las personas a las que formó a través de Asociación Católica de los Propagandistas y que tanto contribuyeron a ensanchar las bases participativas del régimen anterior y desde dentro estar listos para la tarea de la transición a la democracia. No hay que olvidar que el primer Gobierno Suárez que hizo la reforma política y convocó las primeras elecciones libres en cuarenta años, estuvo formado por varios ministros discípulos de Angel Herrera Oria, encabezados por el vicepresidente Osorio. He ahí, pues, la importante aportación para la Historia de España contemporánea de los seguidores de nuestro cántabro universal.
Murió don Angel Herrera en 1968, recibiendo en vida condecoraciones como la Medalla de Oro de la Provincia de Málaga, Hijo Adoptivo de la Ciudad de Málaga y decenas de otros títulos y reconocimientos. Ruiz Giménez públicó en 1968 un articulo en YA con el título “Angel Herrera, ese gran desconocido”. Casi cuarenta años después, parece confirmarse esa misma impresión de que Herrera Oria sigue siendo el gran desconocido para ese grupo de ignorantes o de cobardes políticos que han gobernado estos años Cantabria que no entienden que este cántabro fue tolerante cuando las pasiones y la intolerancia representaban los males de una sociedad camino del abismo y, sin embargo, hoy abunda mucho intolerante cuando el contexto es el apropiado para ser lo contrario. Parece oportuno acabar afirmando, más de treinta años después, que es cierto eso de ¡que difícil es ser profeta en tu propia tierra!.
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