BATALLA DE LETRAS
Por JOSÉ MANUEL PAZOS
A pesar de que los datos que revelan una contracción inédita de la actividad, los mercados ofrecen un tono inspirado por la marcha más lenta de la pandemia y la esperanza de un tratamiento, mientras debaten sobre la recuperación.
Después de haber llegado a retroceder más de un 32% desde inicio de año, el S&P 500 está ahora un 12% más bajo. El viernes recuperaba un 2,7% para cerrar la semana con un 30% de recuperación desde sus mínimos de marzo. Todo esto en un contexto en el que comienzan a publicarse ya no solo estimaciones, sino datos demoledores que revelan una contracción inédita de la actividad económica mundial.
ADVERTENCIAS CIENTIFICAS
Los mercados parecen ofrecer una lectura más positiva de la situación, motivada inicialmente por la respuesta monetaria y fiscal, pero alimentada en los últimos días por la percepción de una evolución favorable de la pandemia. A pesar de las advertencias científicas sobre los avances farmacológicos, el alza de la cotización el jueves [un 14%] de la farmacéutica Gilead, propietaria del antiviral Tamiflu, en sus pruebas de otro antiviral, el Remdesivir, surgido del combate frente al Ébola con el que el Covid-19 parece compartir muchas de sus características, hacen más creíbles a juicio de la comunidad inversora los planes de reapertura progresiva de la actividad económica que la administración Trump visualizó a través de su programa “Opening Up America Again” y su menos conocida y mucho más modesta réplica de la Comisión Europea titulada “Hoja de ruta para el levantamiento de las medidas de confinamiento”.
DOS ESCENARIOS
Si tomamos este tipo de comportamiento de los mercados como referencia, estaremos obligados a elegir entre los riesgos del escenario optimista que aventura una pronta reapertura de la actividad, y la del escenario pesimista que relaciona los avances frente a la enfermedad con el confinamiento y el cierre de actividad y que teme una segunda oleada de contagios en cuanto se lleve a cabo una progresiva recuperación de la actividad. Después del shock inicial sobre sobre la oferta de la economía, las dudas sobre la recuperación recaen sobre todo en el comportamiento de la demanda y en que los consumidores no volverán a recuperar su propensión al consumo hasta que no sientan asegurada su renta y que es seguro volver a las calles.
TENSIÓN POR DÓLARES
La consecuencia es la batalla de letras respecto a cómo se comportará la economía, si será en V, en U, en W, o en L, o cualquier otra variante. En los mercados de activos y en particular en los de divisas, las dudas son las mismas. La presión alcista sobre del dólar continúa pues las expectativas, incluso las optimistas, han de afrontar la realidad de una continua demanda de liquidez, tanto corporativa como soberana, que ejerce una fuerte presión sobre el dólar y que está obligando a la Reserva Federal a hacer un seguimiento diario de la demanda global de su divisa. Algunos bancos centrales, en particular de economías emergentes, inyectan moneda fuerte para sostener la cotización de sus divisas en función del nivel de sus reservas, muy consumidas en algunos países como puede ser el caso de Turquía. En el caso del euro, más que las reservas, pesan los incrementos de las primas de riesgo. Italia continúa siendo el frente más débil, y mientras no se despejen las incógnitas de un país cuyas encuestan dejan entrever que sus ciudadanos continúan incrementando su distanciamiento de la Unión Europea, será difícil que veamos una recuperación del euro que se consolide, más allá de los vaivenes en función del estado de ánimo diario de los mercados.