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BUENAS NOTICIAS A PESAR DE TODO

Por JOSÉ MANUEL PAZOS

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Obviamente el protagonismo de esta semana corresponde al resultado de las elecciones y a las combinaciones que puedan dar lugar a una investidura, pero ¿qué condiciones económicas ha de afrontar el nuevo gobierno?

Empezando por lo más reciente, que son los indicadores adelantados del mes de octubre, en todos los casos continúan confirmando la desaceleración. Llama sobre todo la atención el fuerte descenso de la confianza de los consumidores que con un recorte de más de 7 puntos cae a niveles de diciembre de 2013. Caen también los indicadores de la industria, que registra su quinto mes consecutivo en fase de contracción, y los del sector servicios, que aún en fase expansiva se acerca con 52.7 puntos al nivel 50 que marca su punto de inflexión. Los indicadores coincidentes no son más generosos. El ritmo de descenso del desempleo se desacelera desde el 8% que de media se registró en el periodo entre 2016 y 2018 y es ahora de apenas el 2%, incrementándose ya el paro registrado y ralentizándose el ritmo de afiliación a la seguridad social. Si atendemos a las previsiones de la Comisión Europea para España, la brecha de crecimiento con la eurozona que era de más de un punto en 2018, será de 0.8 en 2019 y de 0.3 en 2020. En poco se va quedando el argumento más manido de los días de campaña. De las propuestas económicas de los partidos con posibilidad de formar gobierno, no se deduce nada evidente destinado a atajar esta evolución. En las propuestas del PSOE destacan la derogación de algunos aspectos de la reforma laboral, incremento del salario mínimo, una fiscalidad más justa y una Ley de cambio climático, como principales y urgentes propuestas. En las del PP, rebaja del IRPF y del IS, supresión de Patrimonio, Sucesiones y AJD. De difícil ejecución en el mejor de los casos en el arranque de la legislatura.

Los vientos del exterior no serán los que fueron en los años 2015 a 2018 y gracias si no empeoran a la vista de que norteamericanos y chinos parecen dispuestos a una tregua en el enfrentamiento arancelario. No obstante, el viernes, el presidente de EE.UU. echaba agua al vino afirmando “no he aceptado nada” después de que el día anterior funcionarios chinos y norteamericanos diesen a entender un principio de acuerdo para la reducción arancelaria en lo que denominaron un acuerdo de “fase uno”. Los mercados, en clara fase alcista, optaron por aguantar de cara al largo fin de semana en EE.UU. donde el lunes es festivo, pero la economía real va a necesitar algo más que expectativas de un acuerdo “fase uno” para recuperarse del daño de dos años de ataques continuos a las cadenas de suministro mundiales. Alemania ha empezado tímidamente a aliviar su política fiscal este año y será todavía más laxa en 2020, pero se van a necesitar planes de estímulo fiscal bastante más agresivos. Precisamente lo más sólido de estos días para el euro, que apenas se ha enterado, ha venido de Alemania.

Su ministro de finanzas destacaba lo “innegable” de la necesidad de avanzar en la unión bancaria y de capitales y ha abierto la puerta a discutir sobre un seguro europeo de depósitos, anatema hasta la fecha entre las élites del país. Claro que a cambio de considerar no libre de riesgo la deuda pública que inunda el balance de los bancos. Y esto ha sido la base en la que muchos países, incluida España, han basado en gran medida los buenos años que ahora amenazan extinción. Son buenas noticias a pesar de todo.

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