Pedro Sánchez llama a aplaudir al Estado por la DANA y desata polémica
El reciente llamado de Pedro Sánchez a que los ciudadanos salgan a los balcones para “aplaudir al Estado” tras la catástrofe de la DANA ha suscitado una oleada de críticas, ya que muchos consideran esta acción como un intento de distraer de una gestión que ha dejado mucho que desear. La DANA, que devastó parte de la Comunidad Valenciana, ha expuesto la lentitud de la respuesta estatal y la falta de preparación para enfrentar emergencias de esta magnitud. Sánchez, en lugar de asumir responsabilidad por las deficiencias en la organización de recursos y la demora en llegar a los afectados, ha preferido centrar la atención en una simbólica muestra de apoyo al Estado.
La petición de Sánchez de aplaudir al Estado ha sido interpretada por muchos como una estrategia de relaciones públicas que evoca los aplausos a los sanitarios durante la pandemia, aunque sin el mismo propósito concreto. Los ciudadanos en redes sociales han señalado que este tipo de iniciativas distraen de las verdaderas carencias de la respuesta estatal, como la falta de coordinación en los primeros días y la tardanza en activar a todos los cuerpos de emergencia necesarios. Además, algunos han subrayado que el énfasis en aplaudir al Estado minimiza la labor de los propios ciudadanos y organizaciones locales, que han organizado esfuerzos de ayuda sin contar con los recursos y el apoyo adecuado por parte del Gobierno central.
El despliegue de más de 15,000 efectivos de seguridad, anunciado días después del desastre, ha sido criticado como una reacción tardía que intenta tapar la insuficiente prevención y apoyo inicial en Valencia. La administración local ha tenido que gestionar la situación en gran parte sin respaldo inmediato del Estado, lo que ha intensificado el sentimiento de abandono entre los afectados. Asimismo, el lema popular “solo el pueblo salva al pueblo” se ha convertido en un grito de frustración para quienes sienten que, frente a la inacción gubernamental, la solidaridad ciudadana ha sido el único sostén confiable.
Para muchos analistas, el gesto de pedir aplausos no hace más que evidenciar un desconexión entre la realidad de las comunidades afectadas y la retórica política en Madrid. En lugar de rendir cuentas sobre la lentitud y los errores en la respuesta, Sánchez parece optar por gestos simbólicos que, a ojos de los críticos, no alivian las necesidades urgentes de quienes han perdido viviendas, infraestructuras y medios de vida a causa de las inundaciones.
Este episodio parece haber fortalecido las voces que exigen no solo una revisión de las políticas de gestión de desastres, sino también una asunción de responsabilidades por parte del gobierno ante una ciudadanía que, en esta ocasión, parece poco dispuesta a participar en un aplauso que no resuelve los problemas reales que enfrenta.