David contra Goliat, la metáfora del pequeño contra el gigante
“Un cántabro, armado con su fe y su sidra, decidió no desfallecer en una difícil batalla contra la todopoderosa asociación de "lagareros asturianos"
“Metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra. Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”. (Samuel 17, 49-50).
Todo el mundo conoce la historia de “David contra Goliat”, la metáfora del pequeño contra el gigante; del débil contra el poderoso; de quien cree en sí mismo contra toda la fuerza del poder institucional, en este caso, personificado en una poderosa asociación de empresarios asturianos.
Lo normal es que el atropello del fuerte se imponga sobre el pequeño o débil; razón por la que sentimos verdadera alegría cuando comprobamos que “David vence a Goliat”.
Hoy al levantarme, como siempre, lo primero que hice fue leer la prensa, donde me encontré una noticia que me alegró el día y convenció de que todavía hay "Quijotes" dispuesto a luchar contra "Gigantes” y vencerlos.
“Un cántabro, armado con su fe y su sidra, decidió no desfallecer en una difícil batalla contra la todopoderosa asociación de "lagareros asturianos" (Asociación de Sidra de Asturias)”. Uno contra doscientos veinticuatro, “David contra Golitat”.
Esos doscientos veinticuatro lagareros que constituyen e la “Asociación de Sidra de Asturias” se unieron, en este caso, contra un cántabro que, desde hace años, tanto él como su familia luchan y trabajan por hacer la mejor sidra del mundo.
Quizás a los asturianos no les molestó tanto la botella que utiliza sino lo bien que elabora la sidra. Premios no le han faltado a nivel nacional como internacional, por ello él mismo me dice que “más allá del continente, su preocupación está en el contenido”.
Que la verdadera cuita de los asturianos no sólo alcanza la botella, sino lo que ella contiene, parece más que evidente. Su preocupación quizás radique en ese poderoso néctar de la manzana que tan maravillosa y singularmente ha sabido elaborar el lagar de SOMARROZA.
Desde aquí mi enhorabuena y también mi ánimo para que Jesús Gómez Solórzano no se rinda en esa lucha desigual. El primer asalto lo ha ganado, esperemos que también, si recurren la sentencia que le da la razón, la gane en última instancia.
Ramón Arenas.