Diario Digital controlado por OJD

Cuatro seminaristas, entre 18 y 24 años, inician el curso en el Seminario de Corbán

El pasado curso terminó con 1 seminarista y 3 ya en etapa pastoral, ordenados diáconos.

Enviar a un amigo
Cuatro seminaristas, entre 18 y 24 años, inician el curso en el Seminario de Corbán
30-09-2021

4 seminaristas entran en Corbán Este jueves se celebró la tradicional apertura del curso académico, cuyo acto principal es la celebración de la Misa del Espíritu Santo, a la que sigue la lección inaugural y la apertura solemne del curso por el Sr. Obispo de Santander, Mons. Manuel Sánchez Monge. 

Podía notarse emoción y nervios al comienzo de la Eucaristía que presidió el Obispo de Santander, Mons. Manuel Sánchez Monge, acompañado del auxiliar de Valladolid, Mons. Luis Arguello García, encargado de la lección inaugural posterior. Durante la Misa, Sánchez Monge, recordó que la pastoral vocacional ha de «cuidar el nacimiento, el discernimiento y el acompañamiento de las vocaciones, en especial de las vocaciones al sacerdocio». En este curso son cuatro los seminaristas que se incorporan.

Tres jóvenes, en propedéutico1: Ignacio Cerro García (19 años, Santoña), Daniel Amavisca Cruz (18 años, Gama) y Manuel Henríquez Rodrígues (19 años, Madrid). Y un joven nicaragüense de 24 años, Eliar Omar Blandón Gadea, que continúa estudios en 3º. Un respiro de alivio para la comunidad diocesana que veía como los seminaristas 1

El curso propedéutico es un curso previo a la formación teológica reglada que establece la Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis. Consiste en un año de introducción a la vida del Seminario, en que los candidatos puede discernir in situ la vocación. iban subiendo de curso e iban egresando, sin aparente relevo.

El pasado curso terminó con 1 seminarista y 3 ya en etapa pastoral, ordenados diáconos. El Obispo de Santander terminaba su homilía invitando a la oración, esa que podemos decir que Dios ha escuchado para que estos jóvenes se decidan a «ser con Jesús y como Él consuelo y luz de este mundo» en «una entrega total, una entrega de amor, que compromete toda la vida», en palabras de Sánchez Monge.

Siempre es sorprendente la respuesta a una vocación de especial consagración, como lo es la sacerdotal, pero lo es más en el momento actual, tras el último lustro en que la media de edad de los ordenados es de 43 años.

Llama la atención la juventud de estos nuevos candidatos al sacerdocio, con edades entre 18 y 24 años, y la asistencia de amigos y familiares. A los jóvenes el papa Francisco, como recordó el Obispo de Santander en su homilía, pide siempre «ese “plus” de inconformismo y generosidad que es el mejor caldo de cultivo para una posible llamada de Dios».

A estos 5 candidatos que hoy comienzan, o retoman su formación para ser el día de mañana sacerdotes, hay que sumar también los adolescentes y jóvenes a los que se está acompañando desde el Seminario Menor en familia, un total de 8 seminaristas que vienen una vez al mes al Seminario, y la pastoral vocacional de nuestra Diócesis.

PASTORES POR SER DISCÍPULOS, CONSAGRADOS Y ENVIADOS

Homilía en el Seminario Monte Corbán

1. Pastores porque somos discípulos

San Juan Pablo II comienza el capítulo de la pastoral vocacional en la exhortación PDV, citando el primer encuentro de Jesús con los primeros discípulos en el evangelio de san Juan (Jn 1, 35-42), y dice que «la Iglesia encuentra en este evangelio de la vocación el modelo, la fuerza y el impulso de su pastoral vocacional, o sea, de su misión destinada a cuidar el nacimiento, el discernimiento y el acompañamiento de las vocaciones, en especial de las vocaciones al sacerdocio» (PDV, n. 54). Los pastores son, ante todo, discípulos de Jesús, que le buscan, le siguen y permanecen con Él.

San Agustín, en su famoso sermón sobre los pastores, afirma con gran belleza: el pastor es también un cristiano, miembro del rebaño que Jesús ha congregado en torno a sí mismo (cf. Jn 10, 14). Nunca deja de ser discípulo aquel que fue llamado a ser pastor. Así lo podemos ver con claridad en el relato de Jn 21 cuando Jesús pide a Pedro confesar tres veces su amor por Él y después le da la misión, «pastorea mis ovejas» (Jn 21, 15-17) y concluye con la llamada propia del discípulo: «dicho esto, añadió: sígueme» (Jn 21, 19).

Para colaborar debidamente con el Señor en el surgimiento de nuevas vocaciones sacerdotales, lo primero y principal es suscitar comunidades cristianas capaces de ayudar a ese encuentro con Cristo que entusiasme, enamore y provoque la entrega incondicional a los demás. Así lo decía el papa Francisco en su exhortación programática: «En muchos lugares escasean las vocaciones a la vida sacerdotal y consagrada. Frecuentemente esto se debe a la ausencia en las comunidades de un fervor apostólico contagioso, lo cual no entusiasma ni suscita atractivo. Donde hay vida, fervor, ganas de llevar a Cristo a los demás, surgen vocaciones genuinas» (EG, n. 107).

2. Pastores porque somos consagrados

La misión de pastor que Jesús encomienda a Pedro (cf. Jn 21, 15ss), y en su persona a todos los apóstoles y sus sucesores, le exige un amor a Él mismo, como primer fundamento de su nueva vida que consistirá en cuidar y apacentar a sus ovejas. Ser pastor de las ovejas de Jesús no puede en ningún caso identificarse con una labor funcionarial, como el asalariado que no le importan las ovejas (Jn 10, 12). Siguiendo el modelo de Jesús, la vocación de pastor conlleva una entrega total, una entrega de amor, que compromete toda la vida.

Hablar de una dedicación total de uno mismo y para siempre resulta hoy especialmente difícil. Pero, es preciso ser claros y fieles al modo como Jesús y la Iglesia nos enseña a recibir la vocación sacerdotal. «En virtud de su consagración, los presbíteros están configurados con Jesús Buen Pastor y llamados a imitar y revivir su misma caridad pastoral» (PDV, n. 22).

En el desarrollo y maduración de la vida cristiana de niños, jóvenes y adultos, hay etapas y altibajos, pero lo importante es saber orientar un camino de confianza plena en la gracia del Señor que mire a una entrega más grande y total. El papa Francisco pide siempre a los jóvenes ese “plus” de inconformismo y generosidad que es el mejor caldo de cultivo para una posible llamada de Dios: «Déjate amar por Dios, que te ama así como eres, que te valora y respeta, pero que también te ofrece más y más; más de su amistad, más fervor en la oración, más hambre de su Palabra, más deseos de recibir a Cristo en la eucaristía, más ganas de vivir su Evangelio, más fortaleza interior, más paz y alegría espiritual» (ChV 161)

3. Pastores porque somos enviados

Jesús elige a los apóstoles para «estar con Él y para enviarles a predicar» (Mc 3, 13). Son inseparables los dos elementos. Jesús les llama a su amistad (Jn 15, 15) y aprenden de Él cómo es su corazón de Pastor (Jn 10). De esta manera los apóstoles, y después de ellos el ministerio ordenado en la Iglesia, es una prolongación del envío que recibió Jesús del Padre: «como el Padre me ha enviado, así os envío yo» (Jn 20, 21). De esta manera «la Iglesia en salida» (EG, n. 27) pide a los sacerdotes también vivir en «estado de misión», buscando a la oveja perdida, pasando de una pastoral de mantenimiento a una pastoral netamente misionera. Todo ello con la alegría y la esperanza de los testigos de Jesucristo

La oración en la pastoral vocacional responde al mandato de Jesús, «la mies es mucha y los obreros pocos, rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9, 38) y viene insertada en el contexto de Jesús en salida misionera, «recorría todas las ciudades y aldeas» y de compasión por la multitud de personas que le buscaban, «abatidos como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 35-38). ¿No puede ser un contexto de evangelización, de servicio a los pobres, de acciones pastorales intensas las que pueden provocar en los jóvenes el deseo de consagrarse totalmente a ser con Jesús y como Él consuelo y luz de este mundo?

+Manuel Sánchez Monge.

   Obispo de Santander