MORALES, ¡OH COMANDANTE, MI COMANDANTE!
POR LEANDRO MATEO
Seguramente están bien informados del resultado y encuentro entre el Real Racing Club y el Levante UD. Muchos en directo en el campo, más de veinte mil espectadores; otros, seguro por la TV y también por la prensa y radio, así como redes sociales. El Racing, ganó por un tanto a cero y se colocó de líder destacado, a cuatro puntos del segundo y tercero.
Pero quizás nadie se percató de una jugada, del primer tiempo, en la portería del sur que nos lleva a este comentario. Emocionante, pero sin ninguna trascendencia para el resultado. El apodado “Comandante Morales”, veterano jugador, se interna por la izquierda al estilo Gento; llegando a portería contraria; lanzó un disparo seco, entre el palo corto y el guardameta, Jokin Ezkieta. El portero navarro hace un escorzo, protagonizando un paradón, evitando el cero a uno. El veterano jugador azulgrana, se acercó a continuación a Jokin, le abrazó felicitándolo. Si les digo la verdad, sentí un escalofrío de emoción por todo el cuerpo por este fair play, en unos tiempos convulsos en los estadios.
Acción que, dado el apodo de Morales, nos recordó ese bello poema del poeta norte americano, Walt Whitman , en el que una de las estrofas dice “¡Oh capitán, mi capitán! Por ti la multitud se arremolina, por ti llora, por ti su alma llamea y la mirada ansiosa, con verte, se recrea”. Nosotros hemos tomado la licencia de cambiar lo de capitán por un grado más en la escala de mando, comandante, apodo de este Morales; un madrileño de un barrio popular de Getafe, con barba y feucho, pero de gran calidad. Como le calificó, cariñosamente, quien fue su entrenador, nuestro buen amigo Alcaraz, dos temporadas igualmente entrenador del Racing. Un jugador de triunfo tardío; con 27 años, la primera vez que fichó por el Levante, convirtiéndose en un killer de área.
Un soplo de aire fresco en un ambiente turbio, Ahí tenemos ejemplos, El Metropolitano, con los jugadores atléticos aplaudiendo al final a los alborotadores; las peleas con bates de La Coruña, provocados, de nuevo por aficionados malacitanos, pero contestados, con la misma violencia por los gallegos; y para señalar, la desgracia de que “En todos los lugares cuecen habas” las agresiones al público de aficionados belgas, en el campo de la Real Sociedad. Por desgracia hay muchos ejemplos más.
Seguramente, a pesar de la adrenalina producida por la tensión del juego, que pudiera producirse, algunas veces, imparables gestos de los jugadores no muy edificantes. Pero en general, son ellos quienes deben mayoritariamente dar el mejor ejemplo de deportividad, como hizo este pasado domingo un jugador, al que se conoce como el Comandante Morales, haciéndonos reconciliarnos con los valores del deporte.