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José María Lassalle (PP) afirma que Vox quiere "brutalizar la política democrática"

COMO EL FRENTE NACIONAL O LA LIGA DEL NORTE. En un artículo que publica en el ejemplar de este sábado en La Vanguardia con el título “Vox o la brutalidad política”-

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José María Lassalle (PP) afirma que Vox quiere "brutalizar la política democrática"
19-01-2019

 

 

José María Lassalle Ruiz (Santander, 23 de octubre de 1966) es un político y escritor que ha desarrollado su trayectoria académica en varias universidades públicas y privadas españolas. Ha sido en varias legislaturas diputado del PP por Cantabria De 2016 hasta junio de 2018 asumió la secretaría. de Estado de la Sociedad de la Información y Agenda Digital de España en el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital y anteriormente fue secretario de Estado de Cultura de España en el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte entre 2011 y 2016.

En un artículo que publica en el ejemplar de este sábado en La Vanguardia con el título Vox o la brutalidad políticadestaca lo llaman populismo y no lo es. Vox es otra cosa. Es el producto de la implosión de una derecha sociológica atemorizada por los cambios culturales del siglo XXI. Y, también, de un apoliticismo transversal que aglutina una multiplicidad de malestares frente a la hegemonía intelectual de la izquierda. La suma de ambos vectores desemboca en una épica de combate ideológica que busca obsesivamente el orden moral y la unidad política”, añadiendo:  “Vox, como el Frente Nacional, el Partido de la Libertad, Amanecer Dorado, Alternativa para Alemania, la Liga Norte y tantos otros movimientos surgidos en los últimos años en Europa, va mucho más allá del populismo. Defiende una democracia arcaica y antiliberal. Invoca un comunitarismo sentimental que funda en una idea absoluta de nación-Estado. Y quiere, para ello, brutalizar la política democrática”.

En su artículo, Lassalle señala además que “su arcaísmo radica en desterrar la racionalidad política weberiana por su asepsia ideológica y su frialdad sin testosterona. Reclama un lenguaje desprejuiciado que combata el respeto al otro porque no merece ni siquiera su tolerancia. De ahí su brutalidad política, expresión que acuñó George L. Mosse, y que podríamos equiparar a una empatía cero que impide el pacto o el consenso por principio”.

Más adelante afirma: “cuando hablamos de Vox y de sus homólogos europeos estamos ante una respuesta agresiva y reactiva frente a un estado de cosas que provoca la posmodernidad y sus imágenes de pluralismo, heterodoxia, fragmentación y relativismo. Una apelación a la restauración del orden roto mediante el combate de lo que cuestiona o fragmenta la totalidad. Estaríamos ante la respuesta de una identidad amenazada alrededor de un comunitarismo radicalizado por culpa de una democracia liberal transformada en racionalidad instrumental. Hablamos de una especie de ontología fanática que hurga en el inconsciente colectivo para resucitar mitos como la conquista de Granada, la hispanidad, la reconquista o la expulsión de los judíos y moriscos, y con los que se invoca una Arcadia nacional deformada por agentes nocivos que han corroído las esencias de lo añorado. Mitos que replican sus socios europeos y que invocan una idea histórica de Europa, blanca y cristiana, enfrentada al nihilismo, al igualitarismo, al islam y a las amenazas orientales o africanas que asedian la civilización europea. En fin, una idea que piensa que la eternidad y sus mitos están de su lado”.

Finalmente afirma que “Vox y los otros partidos europeos que sintonizan con él responden a un común denominador: el colapso de una derecha que ha mutado en un fenómeno ideológico que retrotrae su ADN a un siglo atrás”.