El Grupo Xella quiere vender "al completo" Fermacell, en Orejo, tras reducir su plantilla
Con un producto sin competidores en Europa y una amplia cartera de clientes que arroja pedidos constantes, la fábrica ha prescindido de 15 trabajadores.


©EL MUNDO CANTABRIA /JESÚS LASTRA SANTANDER
La particular situación que atraviesa el Grupo Xella, al que pertenece la fábrica que Fermacell tiene en Orejo, ha llevado a toda la corporación a una paradójica reestructuración que ya se ha dejado sentir en la fábrica de Cantabria.
Con un producto sin competidores en Europa y una amplia cartera de clientes que arroja pedidos constantes, la factoría de Marina de Cudeyo ha prescindido en las últimas semanas de aproximadamente 15 trabajadores de plantilla, los efectivos incorporados vía empresas de trabajo temporal y más de la mitad de las contratas, mientras en paralelo rebajaba a la mínima expresión sus costes fijos.
No solo eso, sino que la fábrica regional ha perdido uno de sus dos turnos de producción, situación que podría definirse como el mal menor. Al menos en el Parlamento autonómico se temía que la intención del Grupo pasara por dejar de fabricar fibroyeso en 2015 y proponer un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) de carácter temporal, algo que obligó al Gobierno de Cantabria a interesarse por el asunto.
Según detallan fuentes cercanas al Grupo Xella a EL MUNDO, el recinto que acoge a la sucesora de la fracasada GFB no ha sido la única víctima de los ajustes, que también se están llevando a cabo en las instalaciones que Fermacell tiene en Alemania y Holanda, donde han salido empleados a decenas en los últimos tiempos.
¿Cuál es entonces el motivo de esta reestructuración? Según las mismas fuentes, no es en absoluto un problema de viabilidad, pues la matriz aterrizó en la Comunidad en 2012 con un beneficio neto considerablemente elevado. Las cuentas salen, por lo que la causa de los recortes hay que buscarla en la posible venta de todo el Grupo, que podría producirse antes del verano.
En esta línea se interpreta la entrada en 2014 de Baker & Mckenzie para inspeccionar los balances de la entidad. El diagnóstico fue claro: buscar un ahorro de decenas de millones de euros para presentar un Ebitda (beneficio antes de impuestos) aún más atractivo de lo normal que captara con más facilidad a los compradores e inversores. El cierre de ejercicio tiene lugar en abril.
En esta batalla interna por evitar recortes, la planta de Orejo tiene en la factoría de Holanda a su principal rival. A pesar de que la calidad del fibroyeso cántabro es la más elevada de todas, lo que ha llevado a multitud de clientes a requerir el género que sale de Marina de Cudeyo, el coste de producto aún sigue por encima en comparación con el de Países Bajos, principalmente por la diferencia de tarifas de gas y electricidad que gravan la actividad en España. Ante esta coyuntura, la fábrica holandesa ha mantenido sus cuatro turnos, mientras que Cantabria ha perdido uno de los dos que tenía. Cabe precisar que dentro del Grupo existe una pugna soterrada en la que la mayor parte de los dirigentes apuestan por Holanda.
CAMBIO DE GUIÓN
Lo curioso es que ésta no fue la idea inicial. Al menos así lo planteó la dirección al personal en Marinade Cudeyo a mediados de noviembre. En un intento por salvar los dos relevos, se propuso que la línea estuviese operativa 24 horas durante tres días –martes, miércoles y jueves– y el resto parada, frente al modelo de trabajo inicial que giraba en torno a una producción de lunes a viernes a intervalos aproximados de 11 horas.
Bajo el argumento de una reducción de costes, Fermacell consiguió la aquiescencia de la plantilla, aunque a las pocas semanas optó por desistir. Fue entonces cuando desde el ámbito político se temió que dejara de producir en Orejo desde enero, algo que obligó a interesarse por la coyuntura al Ejecutivo autonómico, con su presidente Ignacio Diego a la cabeza. Con todo, actualmente el número de efectivos se acerca a la treintena, aunque se esperan nuevas bajas de forma inminente, lejos de los 60 empleados que se anunciaron en la presentación del proyecto cuando Fermacell se hizo con los restos de GFB, cifra que por otro lado nunca ha llegado a alcanzarse.
Porque el otro gran problema es el excesivo stock de mercancía que tenía todo el grupo, cerca de un 60% superior al requerido con aproximadamente un millón de metros de fibroyeso que hay que ir dando salida de forma progresiva, razón por la que había que reducir la producción.
«El Grupo tiene que fabricar menos para no contratar más personal que rompa el objetivo de ahorro de estos meses. No se puede crecer de momento, por lo que el equilibrio es complicado», explican fuentes conocedoras de la situación.
En esta coyuntura hay un hecho objetivo que evidencia la demanda que tiene la instalación cántabra: cada día salen cerca de 17 camiones con fibroyeso, en su mayor parte rumbo a Europa. «Es un nivel que no muchas empresas de Cantabria pueden obtener », apostillan.