Los médicos han vuelto a plantar cara al Ministerio de Sanidad y este viernes han salido a las calles en toda España para mostrar su rechazo frontal a la reforma del Estatuto Marco que pretende imponer el Gobierno. En Santander, cerca de medio millar de profesionales sanitarios se concentraron en la explanada norte del Hospital Valdecilla para denunciar que el Ejecutivo de Pedro Sánchez desprecia a la profesión médica y pretende recortar aún más sus derechos laborales en un momento de enorme precariedad y sobrecarga asistencial.
Durante el acto, los sanitarios leyeron un manifiesto común en el que reclamaron respeto, consideración y el reconocimiento que la profesión merece y que, según remarcaron, el actual Gobierno les niega sistemáticamente. La indignación de los médicos se reflejó en pancartas tan claras como contundentes: «Yo te curo, el Gobierno me quiere matar», «Llevo 24 horas trabajando, ¿te opero?» o «Máxima responsabilidad = Cero derechos». Mensajes que resumen la sensación de abandono de un colectivo que, tras soportar la presión de la pandemia y años de falta de inversión, se siente ahora traicionado por quienes deberían garantizar su dignidad laboral.
El vicepresidente del Sindicato Médico, Santiago Raba, señaló ante los concentrados que en España se dan dos anomalías únicas en Europa y que afectan directamente a la profesión. La primera, explicó, es que los médicos carecen de un estatuto propio que regule de manera específica sus condiciones, ya que están englobados en un texto común con el resto de profesiones sanitarias. Esto provoca que, al ser minoritarios, sus reivindicaciones queden diluidas y sean otras categorías profesionales las que negocian en su nombre. Un despropósito que, denunció, perpetúa la pérdida de derechos y limita la capacidad del colectivo para defender sus intereses frente a un Gobierno que no escucha y que legisla de espaldas a quienes sostienen el sistema sanitario.
La protesta de Valdecilla se suma a las manifestaciones convocadas en todo el país para rechazar la reforma del Estatuto Marco y para poner en evidencia lo que consideran una estrategia política del Ministerio de Sanidad para controlar al colectivo médico en lugar de mejorar sus condiciones. Los facultativos insisten en que la reforma no busca proteger al paciente ni reforzar la sanidad pública, sino debilitar aún más a un colectivo que ya soporta guardias interminables, sueldos poco competitivos y falta de reconocimiento institucional.