Keruin Martínez, concejal de Izquierda Unida en Santander, ha convertido la oposición al parking de autocaravanas de Mataleñas en su principal bandera. Pero lo cierto es que este movimiento tiene más de estrategia política que de compromiso real con la ciudad. La izquierda sabe que se juega su continuidad en el Ayuntamiento, y que la fragmentación interna puede dejar a IU fuera de la Corporación.
El problema para Martínez es evidente: Cantabristas se ha convertido en un rival incómodo. No porque vaya a obtener representación –difícilmente logrará un concejal–, sino porque la división del voto de izquierdas puede terminar en un suicidio político para IU. Y lo más llamativo es que los grandes medios de comunicación parecen encantados en darles espacio y visibilidad, empujando artificialmente a un partido que, lejos de sumar, solo divide.
En paralelo, el PRC tampoco atraviesa su mejor momento. En Santander, buena parte de su electorado se identifica con posiciones progresistas, algo que la dirección del partido ignoró al situar a Felipe Piña como portavoz. Esa apuesta errónea ha abierto un hueco para que Cantabristas también pesque en el caladero regionalista, debilitando todavía más a un PRC que no logra encontrar su sitio en la capital cántabra.
En este tablero, Keruin Martínez ha cometido un error de manual: politizar una protesta ciudadana que nació como un movimiento vecinal. Esa instrumentalización no solo resta fuerza a la causa, sino que confirma lo que muchos vecinos ya sospechan: que la izquierda en Santander está más pendiente de hacerse notar en titulares y redes sociales que de resolver los problemas reales de la ciudad.
IU y Cantabristas representan hoy una izquierda más obsesionada con la visibilidad que con la gestión. Y lo cierto es que, con estos movimientos, lo único que consiguen es allanar el terreno para que otros partidos se afiancen en la política municipal. Santander necesita soluciones, no banderas; propuestas, no guerras internas.
Mientras la izquierda siga atrapada en sus divisiones y en el juego de los egos, seguirá debilitándose. Y cuando IU pierda su concejal, Keruin Martínez tendrá que explicar si mereció la pena utilizar Mataleñas como arma política, mientras los grandes medios aplaudían a quienes nunca tuvieron posibilidades reales de gobernar.