Montesquieu ha muerto
En lugar de esto, los políticos prefieren a unos jueces que sean deudos de sus cargos y que puedan devolver favores prestados cuando sea necesario.
Las últimas maniobras que tanto PSOE como PP han llevado a cabo para renovar la cúpula del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) han terminado con la renuncia del Juez Marchena a presidir el órgano que gobierna a los jueces, en aras de poder preservar su independencia profesional.
Legislatura tras legislatura vamos siendo testigos como Gobierno y oposición se reparten los cargos que forman parte del CGPJ, así como su presidencia. Es decir, en lugar de respetarse la teórica separación de poderes que Montesquieu propuso en el siglo XVIII (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), son los políticos los que se saltan a la torera este precepto manoseando la Justicia a su antojo. Y a su beneficio.
Somos muchos los que reclamamos que sean los propios jueces los que elijan a sus propios órganos de gobierno, a sus jefes, en base a los criterios de mérito y capacidad. Que sean aquellos jueces con una carrera más brillante los que dirijan a toda la profesión. En lugar de esto, los políticos prefieren a unos jueces que sean deudos de sus cargos y que puedan devolver favores prestados cuando sea necesario.
Pero, como parece ser que dijo Alfonso Guerra allá por 1985, “Montesquieu ha muerto”, y con él, la independencia del Poder Judicial.