25 años de la autovía Torrelavega-Bezana
Por JOSÉ RAMÓN SAIZ
Hoy, 15 de diciembre, tiene una doble significación que merece ser evocada. Hace treinta y dos años que el Congreso refrendaba la ley Orgánica del Estatuto de Autonomía para Cantabria que contó con un amplio respaldo; por otro lado, hace un cuarto de siglo se inauguraba la primera autovía de Cantabria, unos dieciocho kilómetros entre Torrelavega y Bezana, a la espera –hecho que aconteció casi tres años después- que se ejecutara el enlace hasta Raos, que permitió llevar la autovía hasta la capital y que puso las dos ciudades a una distancia, en cuanto a tiempo, inferior a veinte minutos. Era martes y el protagonista de aquella jornada fue el ministro de Obras Públicas, Javier Sáenz de Cosculluela, que además de inscribir su nombre en esta infraestructura, sentó las bases de los retos que significaron para su departamento la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 en un tiempo en el que los fondos europeos permitieron un gran impulso a las infraestructuras.
Sobre el primer hito –la autonomía con su desarrollo, desde la visión actual- hago mías aquellas reflexiones del historiador Tito Livio quien escribió de los romanos de su tiempo que «no podían soportar sus vicios ni tampoco los remedios» No podemos ser conscientes de los problemas y negar las soluciones. En el Estado medieval, el poder complacía a Dios. En el Estado moderno, a la ley. En la España actual, no debe sólo servir a lo que pudiera apuntarse como capricho autonómico. Necesitamos tener un Estado en la versión inicial de la Constitución de 1978 y unas autonomías sensatas y solidarias. Sólo así algo tan valioso como las conquistas alcanzadas, podrían resistir el vendaval de una crisis que está dejando cicatrices sociales lacerantes.
Pero retomemos el proceso de ejecución de la autovía entre las dos ciudades más importantes de la comunidad cántabra. Dos tramos estaban en marcha cuando en enero de 1986 se adjudicó el que hizo llegar los dos carriles a la capital del Besaya, el de Polanco-Torrelavega. El primero de los construidos fue el de Bezana-Oruña (kilómetro 4,4 al 11,5), adjudicado el 24 de noviembre de 1983 y el Oruña-Polanco (del 11,5 al 16,7), también adjudicado por el MOPU el 5 de marzo de 1985, tramo éste que precisó construir un puente sobre el río Pas (en su último discurrir hacia su desembocadura en la ría de Mogro) y la necesidad de remover más de seiscientos mil metros cúbicos de tierras.
Las obras del tramo de autovía que llegó desde Polanco a Torrelavega tenía una longitud de 4,7 kilómetros, iniciándose el 19 de marzo de 1986 con una inversión aproximada de 1.050 millones de pesetas. En menos de los veinte meses previstos, la anhelada autovía llegaba a la capital del Besaya, y aunque tenía fin en Bezana se veía muy cercana la conexión definitiva con Santander, acontecimiento que ocurrió el 28 de febrero de 1990 con la inauguración del tramo Bezana-Raos (del kilómetro cero al 4,4). Según el Ministerio de Obras Públicas, la inversión total realizada en la construcción de los 21,4 kilómetros totales de autovía, ascendió a poco más de seis mil quinientos millones de pesetas, unos cuarenta millones de euros.
El que sin duda fue uno de los grandes acontecimientos de las últimas décadas, ocurrió en plena euforia de poder socialista ya que a la inauguración asistieron los alcaldes de este partido que dominaban todo el recorrido de las cuencas bajas del Besaya y Pas: Torrelavega, Miengo, Suances, Piélagos y Polanco. Aquella inauguración tuvo su continuidad en la del puente de Raos, el tramo de autovía de la Meseta de Canduela a Matamorosa y el anuncio del ministro de que en breves días se procedería –como así aconteció- a la adjudicación de dos de los tres tramos de las importantes rondas de circunvalación de Torrelavega.
Además del ministro Sáenz de Cosculluela, este primer tramo de autovía que se abrió en Cantabria –después llegaron los referidos a la anhelada conexión con la Meseta, Asturias y el País Vasco- encuentran nombres significativos en el entonces diputado Jaime Blanco y el director provincial del MOPU, Vicente Revilla, como en años anteriores representaron en la correspondiente demanda de las obras el diputado nacional de UCD, Justo de las Cuevas y el director del ministerio, Roque Manresa. Aquella insistencia en acelerar las infraestructuras debiera retomarse a efectos de construir un tercer carril en zonas del trayecto que algunos días del año se encuentran colapsadas.
La culminación de la autovía entre las dos ciudades representó una de las grandes aspiraciones ciudadanas desde que la Administración del Estado –con promesas reiteradas a partir de los años cincuenta- comenzara a vender este proyecto siempre aplazado por los ministros de Obras Públicas y, finalmente, ejecutado en la primera década del sistema democrático. Una autovía (siempre proyectada como autopista), que comenzó a anunciarse en los años cincuenta y que no fue realidad hasta treinta años después, un plazo de tiempo que representa, más o menos, el retraso en la ejecución, aquí en Cantabria, de proyectos que aparecían con frecuencia en las galeradas de prensa.
La inauguración de la autovía tuvo, además, consecuencias inmediatas ya que el MOPU procedió a adjudicar en aquellas semanas los dos primeros tramos de las rondas de circunvalación de Torrelavega que acabaría con el cuello de botella que representaban históricamente los Cuatro Caminos, en las direcciones hacia la meseta, País Vasco y Asturias. De esta manera, de los cuatro carriles de la autovía, dos quedaban unidos a la red arterial y los otros dos enlazarían con las demandas rondas. Un conjunto de infraestructuras que se completó con la ejecución de varios proyectos del Gobierno cántabro, presidido por Juan Ormaechea, en cuanto a modernizar los ejes secundarios de las carreteras Torrelavega-Barreda-Suances, Barreda-Santillana y Torrelavega-Puente San Miguel-Santillana, que finalmente a mediados de los noventa alcanzó hasta Comillas. Estas acciones de las dos Administraciones representaron una inversión productiva para Torrelavega y su comarca de influencia.
Veinticinco años después, las prioridades son otras y las circunstancias totalmente diferentes. Con la actual crisis –pero también sin ella- las administraciones públicas distan mucho de ser eficaces. Ni las autonomías pueden ser pequeños estados, que es lo que persiguen, ni el Estado puede seguir gobernando
* José Ramón Saiz es escritor. Doctor en Periodismo.
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